José
María Arguedas Altamirano fue un gran escritor, poeta, traductor, profesor,
antropólogo y etnólogo peruano nacido en Andahuaylas. La
importancia fundamental de este maravilloso e increíble autor ha sido
reconocida por críticos y muchos de sus colegas peruanos, ya que la producción
intelectual de Arguedas es demasiado amplia y comprende una gran cantidad de
escritos, las más resaltantes son: creaciones literarias, traducciones de
poesías y cuentos quechuas. El
privilegio de haberse educado dentro de dos tradiciones culturales, la
occidental y la indígena, le permitieron comprender y describir como ningún
otro intelectual peruano, la compleja realidad del indio con la que se
identificó de una manera intensa.
Por
ello, no dudamos en afirmar que sus obras retratan la cruda realidad del hombre
andino, quien tuvo que hacer frente a un monstruo de grandes proporciones para
poder subsistir. Además, este
excepcional escritor tomó en cuenta ciertos sucesos importantes de su vida,
para que a través de él también se conozca la tragedia indígena. Por ello es importante reconocer en algunos
de sus trabajos, que los protagonistas principales son personajes reales y
hasta podríamos decir que es él quien se muestra como tal.
Es
así que Arguedas, con toda la sensibilidad humana que lo caracteriza, como ya
señalamos, muestra el sufrimiento incansable, la espantosa agonía del hombre andino, que por situaciones
adversas de la vida, tenía que soportar humillación, vergüenza y burlas,
exclusión que el mismo autor las vivió en carne propia. En efecto, se sabe que
Arguedas también soportó iniquidades por parte de sus “familiares”, tal como lo
confesara el mismo Amauta:
“Voy
a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra. Mi madre murió cuando yo tenía dos años y medio, (…) y
como a mí me tenía tanto desprecio y tanto rencor como a los indios, decidió
que yo había de vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí (…), Pero no
solamente he sido hechura de mi madrastra, hubo otro modelador tan eficaz como
ella, un poco más bruto: mi hermanastro. Cuando yo tenía siete años de edad, me
obligaba a que me levantara a las seis de la mañana a traerle su potro negro de
una chacra muy grande”.
Con
esta confesión se nota claramente que entre la vida y la obra de José Maria
Arguedas efectivamente existe una gran relación, en tanto que su existencia estuvo
plagada de sufrimiento, angustia y soledad como la de los indios.
Si
bien es cierto, que gran parte de la vida de Arguedas se desarrolló entre miles
de terribles vicisitudes, sin embargo,
Los Ríos Profundos es la obra que mejor refleja los pocos instantes de
feliz convivencia que tuvo al lado de su padre. A través de Ernesto, personaje principal de la obra,
se conoce de sus frecuentes viajes familiares al interior del país,
aprovechando los compromisos laborales de su progenitor y lo que le permitió además
empoderarse de la realidad indígena, que años más tarde hiciera suyo, a través
de una lucha ideológica literaria:
Mi padre no pudo
encontrar nunca dónde fijar su residencia; fue un abogado de provincias,
inestable y errante. Con él conocí más de doscientos pueblos. (...) Pero mi padre
decidía irse de un pueblo a otro cuando las montañas, los caminos, los campos
de juego, el lugar donde duermen los pájaros, cuando los detalles del pueblo
empezaban a formar parte de la memoria. (...) Hasta un día en que mi padre me
confesó, con ademán aparentemente más enérgico que otras veces, que nuestro
peregrinaje terminaría en Abancay. (...) Yo estaba matriculado en el Colegio y
dormía en el internado. Comprendí que mi padre se marcharía. Después de varios
años de haber viajado juntos, yo debía quedarme; y él se iría solo.
Como vemos, Arguedas gozó de momentos
felices, sin embargo, demandaba como cualquier otro muchacho, el pasar tiempo
con su padre, así como ser merecedor de su amor y cariño, pero, la cruda
realidad le hacía comprender que nada era para siempre.
Es en Agua
donde el autor refleja esa terrible realidad que conociera del Perú profundo,
en ella describe la lucha antagónica entre el terrateniente y los
indígenas. El terrateniente con un poder
despiadado con muestras de supremacía, ante los indígenas, dueño de grandes
extensiones y mejores tierras de cultivo, pastizales, animales, avalado por las
diferentes instancias gubernamentales, y protegido por el juez, gobernador, y
el alcalde del pueblo, un pueblo que vivía penando por agua, “(…)
No hay pues agua. San Juan se va a morir
porque don Braulio hace dar agua a unos y a otros los odia. Pero don Braulio,
dice, ha hecho común el agua quitándole a don Sergio, a doña Elisa, a don Pedro”;
pero,
donde felizmente avizoramos a personajes como Don Pascual con una bondad
envidiable, al punto de preocuparse por la salud y cosechas de los pobladores,
regalando agua para todo el pueblo, desafiando a Don Braulio:
“De
un rato, Pascual subió al poyo. −Con músico Pantacha hemos entendido. Esta
semana k'ocha agua va a llevar don Anto, la viuda Juana, don Jesús, don
Patricio… Don Braulio seguro carajea. Pero una vez siquiera, pobre va agarrar
agua una semana. Principales tienen plata, pobre necesita más sus papalitos,
sus maizalitos… Tayta Inti le hace correr a la lluvia; k'ocha agua nomás y hay
para regar: k'ocha va a llenar esta vez para comuneros”.
Lamentablemente, esta
hermosa y sana actitud de Don Pascual,
es tremendamente diferente a la realidad que a Arguedas le tocó vivir, ya que
él conoció en su vida más Braulios,
que Pascuales.
Otra de los episodios de la vida de Arguedas
reflejada en su propia obra, está vinculada con su experiencia en la cárcel.
Como sabemos, en 1937 fue apresado por participar en las protestas estudiantiles,
durante los días de la dictadura de Óscar R. Benavides. Fue trasladado al mismo
penal, El Sexto, que Gabriel Osborno, personaje principal de su
obra, donde tanto él como Arguedas en la vida real, permanecieron durante 8
largos meses en prisión, episodio que tiempo después evocó en la novela El Sexto, en la que denunciaba la
imperfección del sistema carcelario de la época: “Empecé a distinguir, puerta a puerta, todas las celdas,
hasta el fondo. ¡Era otra vez un cementerio! ¡Más que un cementerio! Los vivos
estaban muertos” Además de dar cuenta de lo mal que la pasaba
dentro, porque aparte de sentir rabia por la impotencia de verse preso, sentía rabia
por el dolor ajeno: “Yo
andaba como un tigre en la cárcel; iba a morir de rabia. Había como veinte
presos, todos lloriqueando, menos dos apristas que juraron conmigo liquidar al
carnicero ése [un diputado] cuando saliéramos libres”. Situación
que como vemos, se sostenía únicamente con la esperanza de que todo eso
terminaría un día, liquidando al “carnicero”.
En efecto, la excepcional obra de Arguedas se
ha convertido para cualquier persona, en la mejor ventana a través de la cual
podemos escapar de la enmarañada realidad moderna, e ir en busca de ese pasado
hermoso, pero a la vez tormentoso que le tocó vivir al autor y a todos los
peruanos en manos de la oligarquía de la época. Una realidad que retrata lo que
pocos quieren ver, una realidad de la que debimos aprender y no aprendimos, una
realidad que no debió repetirse y la repetimos, una y otra vez; una realidad
que demanda la acción de todos para hacer frente al monstruo de siempre llamado
pobreza, abuso de poder, maltrato, sufrimiento, dolor, etc, que hoy sólo se
presenta con rostro nuevo, una realidad que necesita del compromiso de todos
los peruanos para combatirlo.
¡Grande Arguedas!
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
1. ARGUEDAS,
J.M., (1935) Agua, (1era. Edición).
Lima - Perú: Compañía
de Impresiones y Publicidad.
2. ARGUEDAS,
J.M., (1958) Los Ríos Profundos,
(1era. Edición). Buenos Aires: Losada S. A.
3. ARGUEDAS,
J.M., (1961) El Sexto, (1era. Edición). Lima - Perú: Juan Mejía Baca.
4. CORNEJO,
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5. LA
TORRE, L.S., ARISMENDI, M.E., (2013) Prisión/encierro en El Sexto de José María
Arguedas y El apando de José Revueltas. Universidad Autónoma del estado de
México. Recuperado de:
6. MONTOYA,
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7. PORTUGAL,
J.A.(2007)Las novelas de José María
Arguedas: Una incursión en lo inarticulado. Lima: Fondo PUCP, ISBN
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8. SANDOVAL,
C.A. (2009) El Sexto: Entre Lenguaje Y
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