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domingo, 22 de diciembre de 2013

RENACIMIENTO UNIVERSITARIO



El investigador Carlos Castilla del Pino, en una de sus tantas afirmaciones nos advierte que: “La razón y la ciencia son las únicas armas válidas para afrontar las incógnitas de la vida”.  Estas armas a las que el autor hace referencia no son más que la gnosis de ser de la universidad, puesto que es su  fin principal, o por lo menos, debería serlo.
Muy a pesar de esta noble exigencia social, las universidades  de hoy, sobre todo las peruanas, no vienen cumpliendo con este delicado encargo;  porque de ser así,  con tantos centros de formación profesional existentes,  nuestro país,  por lo menos, debería estar bien ubicado en los rankings mundiales de publicación científica; cosa que por cierto no ocurre.
Hacer conciencia de esta  cruda realidad, resulta inquietante, sobre todo si consideramos  los resultados  de  las publicaciones científicas  presentadas por  la University Ranking by  Academic Performance (URAP) en el 2013, donde  el Perú de 20,372 universidades y centros de investigación a nivel mundial, ocupa el puesto 1704 con la UNMSM, seguida de la Pontificia Universidad Católica en el puesto 1815.   Este resultado confirma lo advertido por nuestro epónimo César Vallejo, cuando en  1927 a través de su artículo titulado “El espíritu universitario”  decía que: “Mientras que de la universidad europea salen la ciencia, la filosofía y todos los principios ideales y vivientes que rigen la existencia y el desarrollo del espíritu humano, de la universidad latinoamericana no salen más que divulgadores. La universidad en América no crea filosofías, ni ideales políticos ni corrientes científicas. Ella vive de migajas ideológicas de Europa y todo su papel se reduce a repetirlas al alumnado de dentro o fuera de los claustros”.  Como se nota, una cruel verdad, le duela quien le duela.
La falta de investigación y consecuentemente publicación científica a la que se hace referencia, no es el único problema que aqueja a las universidades del Perú, quizá sea la más grave. A esto se suma la ingobernabilidad, la corrupción  enquistada en el sistema universitario  que impide la innovación, transformación y reversión de las actuales  y desalentadoras estadísticas.
¿El  origen?, al parecer, una desatinada, vacía, desintonizada  y hasta inexistente  ley 23733, que data de tantos años atrás (aprox. treinta años),  la misma que   en este mundo globalizado ha perdido vigencia frente a los cambios vertiginosos de esta nueva época.
Hoy, en esta era de la información y la comunicación, y por qué no, del conocimiento, el proyecto  de ley  universitaria 2013, surge como una alternativa esperanzadora,  con normas claras y acordes al tiempo y espacio; abriendo paso  de este modo a la investigación científica y tecnológica, creación de un vice rectorado de investigación en cada universidad, que será la encargada de impulsar la indagación científica.  Del mismo modo, la elección de autoridades y permanencia de estos solo por un lapso de tiempo, evitando así el enraizamiento y vicio  en los puesto privilegiados.  A su vez, la disolución de la ANR y su posterior sustitución con la CNU, el mismo que tendrá también una vigencia de gobierno.
Éstas son solo algunas de las novedades que trae consigo el proyecto de ley.  Solo se espera que colmen las expectativas, por el bien de los futuros profesionales y de la sociedad en su conjunto. 
No cabe duda que como diría César Vallejo, en materia de ciencia,  ¡AH!, DESGRACIADAMENTE, HOMBRES HUMANOS, HAY HERMANOS, MUCHÍSIMO QUE HACER.

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