A menudo se escucha hablar sobre
lectura en múltiples escenarios. Hoy más que nunca, este tema ha cobrado una
gran relevancia, sobre todo en los sectores que se encuentran comprometidos con
el quehacer educativo.
Los resultados de las evaluaciones
PISA (Programa Internacional de Evaluación de
Estudiantes) coloca a nuestro país en un
lugar muy por debajo de las expectativas y al mismo tiempo pone en tela de
juicio la labor de los maestros.
Es importante, y al mismo
tiempo ineludible, resaltar la preocupación que existe en torno al tema;
pero, ¿cómo se pretende cambiar el escenario actual si los que asumimos la gran misión de formar a los estudiantes,
es decir los maestros, para empezar, ni
siquiera tenemos claro el verdadero significado del término Lectura, ni lo ponemos en práctica?
“Saquen su lectura”, “¿Han traído su
lectura?”, “Lean su lectura”, “No sabes leer”, (cuando no pueden decodificar
algo) etc., son expresiones de las más comunes;
locuciones que por cierto datan de muchos años atrás, y por qué no decirlo desde siempre, lo que
significa que generación tras generación se viene definiendo equivocadamente este
término, asociando y confinando a este
importante proceso mental a ser un simple papel o simplemente un proceso de
decodificación.
Daniel Cassany, al respecto afirma: “La lectura es un proceso de aprehensión
de algún tipo de información almacenada en un soporte y transmitida mediante ciertos códigos, como el lenguaje. El código
puede ser visual,
auditivo
e incluso táctil,
como el sistema Braille”.
Como se nota, el autor define
a la lectura como un proceso mental; es decir,
transformación de la información a conocimiento puro, y de ninguna
manera como un soporte físico.
Del mismo modo, el DRAE la define de la siguiente manera:
“Lectura.
(Del b. lat. lectūra). f. Acción de leer.
|| 2. Obra o cosa leída. || 3. Interpretación del sentido de un texto. ||
4. Variante
de una o más palabras de un texto. || 5. Disertación, exposición o discurso
sobre un tema sorteado en oposiciones o previamente determinado. ||
6. En
algunas comunidades religiosas, lectoría.
|| 7. Cultura o conocimientos de una
persona. U. m. en pl. || 8. Der. Trámite parlamentario de
deliberación sucesiva de un proyecto de ley. Primera, segunda lectura. ||
9. desus. En las universidades, tratado o
materia que un catedrático o maestro explica a sus discípulos. ||
10. desus. cícero (ǁ tipo de letra). || dar ~ a un escrito. fr. Leerlo públicamente en voz alta.”
Como se darán cuenta, las acepciones de DRAE tampoco
conciben a la lectura como papiro, ni
cómo un simple proceso de decodificación;
por el contrario, enfatizan que la lectura es una acción que realiza el lector cuya
finalidad es la comprensión, pues LEER es COMPRENDER, advertir lo que
el texto, sea éste en cualquier soporte contiene; no solamente en
líneas, sino entre líneas, y también detrás de
las líneas (ideología del autor).
Con todos estos aportes, la lectura no debe ser entendida
más como un papel, pues es un proceso mental.
El DRAE felizmente, ya no la
concibe como un proceso solo y aislado,
sino como el complemento de otro tan importante como éste, la escritura; es decir, LECTOESCRITURA.
En consecuencia, para poder
enseñar a leer a los estudiantes, es importante que los que tenemos la gran tarea de hacerlo, en primer lugar definamos el término,
luego, lo pongamos en práctica para que podamos infectarlos con el virus, porque no podemos exigir a
nuestros estudiantes algo que no hacemos, o en el peor de los casos, no nos
gusta; Al respecto Ramón Cordero indica
que, no es posible que alguien que está sano contagie a los demás; no hay
manera, la primera condición sería la de estar enfermos. En tanto, ¿Cómo
pretendemos entonces que los estudiantes desarrollen una vocación lectora si no tienen
de quién ser infectados? Para muchos
padres de familia la lectura como placer es algo desconocido.
Desafortunadamente también lo es para muchos de los que trabajamos en la
docencia.
Autora:
Lic. Erika del Milagro Lozano Flores
Me parece muy interesante...
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